Como hemos abordado en entregas anteriores que la evolución del comercio electrónico en México depende de una serie de factores que, combinados, crean la atmósfera ideal para mejorar lo que hace falta y robustecer aquello que funciona bien. Existen factores que requieren la participación de agentes como gobierno, empresarios, emprendedores y consumidores, mientras que otros recaen más en un agente específico, como es el caso de la conectividad digital, un aspecto que si bien puede ser impulsado desde la iniciativa privada, no hay duda que el gobierno es el principal facilitador de este bien.
En México hay 74.3 millones de usuarios de internet de seis años o mayores, que representan el 66% de la población en ese rango de edad. Sin embargo, en una comparación con los miembros de la OCDE, nuestro país ocupa uno de los últimos lugares en cuanto a acceso a banda ancha fija y móvil. Hay que destacar la brecha de conectividad que prevalece en el territorio nacional ya que el uso del internet es un fenómeno urbano: el 73.1% del total de la población urbana son usuarios de este servicio, un contraste importante con el 40.6% de la población conectada en zonas rurales.
La relevancia de mejorar la conectividad y combatir la brecha existente se refleja no sólo en un impulso a la industria del comercio electrónico —entre muchas otras industrias— es evidente en la economía en general. El Banco Mundial calcula que por cada 10% de incremento en la penetración de banda ancha, el Producto Interno Bruto (PIB) aumenta 1.38%. La inversión en infraestructura y educación en temas digitales representan tareas que deben ser atacados por políticas públicas, de la mano con la iniciativa privada, la cual siempre manifiesta su disposición a cooperar mediante los incentivos correctos. Como primer aspecto a atender destaca otra brecha, la de apropiación, ya que el 90% de quienes usan internet lo hacen con fines de entretenimiento y solo 15% ha realizado una operación mediante la banca en línea. Las personas desconocen las capacidades educacionales que pueden adquirir mediante la conectividad digital.
Un ejemplo de cómo la iniciativa privada y las políticas públicas pueden unir fuerzas, para combatir tanto la brecha de apropiación como la brecha de conectividad, es la llevada a cabo por BT Group en Colombia, mediante la iniciativa Vive Digital. Con esta estrategia, los aliados lograron brindar capacitación e infraestructura que lograron que el 50% de los hogares estén conectados a internet de banda ancha, algo que apenas el 17% de los hogares tenía en 2010.
Adicionalmente se logró que 47 áreas remotas tengan conectividad a través de redes de alta velocidad, incluyendo el Amazonas, San Andrés y Orinoquia. Aunque la falta de acceso a dispositivos conectados es un factor limitante, Vive Digital pone estratégicamente quioscos en áreas remotas para que todos puedan tener acceso a internet. Otras acciones que Vive Digital ha llevado a cabo es, por un lado, otorgar becas a alumnos para que estudien carreras relacionadas con la Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).
Además, tomando en cuenta la necesidad de que las personas se apropien de verdad de la tecnología, diseñaron ViveLabs, que se basa en la instalación de laboratorios para que las personas logren desarrollar contenido digital como videojuegos, series de animación informativas, dispositivos y aplicaciones. Como vemos, desmenuzar la complejidad de la conectividad es una tarea ardua en la que todos tenemos un rol para interpretar pero, sin duda, las riendas las tienen aquellos capaces de combinar políticas públicas con una estrategia de negocios capaz de generar un impacto positivo a gran escala.
(Fuente: Forbes México / Internet, Información, 07:28, 25/09/2019)