La transición a la eficiencia energética para el sector retail se convirtió en una gran oportunidad para obtener ahorros energéticos e incrementar su productividad en sus puntos de venta.

rancisco Torres Luquín, Director General de Veolus/ Experto en eficiencia energética/ Medio ambiente

El retail o comercio minorista tiene un amplio abanico: supermercados, tiendas departamentales, almacenes o distribuidores especializados, e-commerce, almacenes o centros de distribución, abarcando alrededor de 29 millones de metros cuadrados de superficie de ventas distribuidas en todo México y representando aproximadamente el 7.0 por ciento del consumo de energía total del país, por la alta demanda de electricidad en sus 4 ramos principales: iluminación, climatización, transporte vertical y refrigeración.

De acuerdo con la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (España), por sus características, el sector retail es el segundo mayor consumidor de energía (después de los sectores electro intensivos, conformados por aquellas industrias para las que la electricidad es un factor primordial en su proceso; tales como las industrias alimentarias –como conservas– textiles, papeleras, químicas, cementeras o refinerías de petróleo, entre otras); y los costos por energía supone el capítulo de gasto más importante, solo detrás del empleo para la distribución comercial.

La transición a la eficiencia energética se ha convertido en una de las tendencias con mayor valor para la industria en general, pero para el sector retail se convirtió en una gran oportunidad para obtener ahorros energéticos e incrementar su productividad en sus puntos de venta.

s por eso que este sector requiere, la implementación de estrategias tales como los programas de mantenimiento preventivo–correctivo oportunos que mejoren el funcionamiento de los equipos, con el consumo energético adecuado, alargando su vida útil; así como la instalación de tecnología y sistemas para la generación de energías renovables, proveniente del sol, viento o cogeneraciones eficientes, que sin fallas energéticas, proporcionan no solo un ahorro económico, sin reducir la calidad y disponibilidad del suministro para el consumidor final, sino también una disminución en las emisiones de CO2.

Hay estudios de compañías especialistas en servicios de gestión energética que revelan que la mejora tecnológica, junto con la gestión de equipos, puede representar ahorros de hasta 20 por ciento en los espacios destinados a uso comercial y de servicio al cliente, mientras que los almacenes y centros logísticos pueden alcanzar ahorros energéticos de entre 5.0 y 10 por ciento.

No basta con la intención de lograr una operación de alta eficiencia energética y con bajas emisiones de carbono y dióxido de carbono. Para lograrlo, las empresas deben trazar planes de acción para una gestión energética integral que, con orden y conocimiento de las consecuencias de cada uno de sus pasos, ayuden a cumplir paulatinamente objetivos determinados.

Hablamos de que una vez que se miden los promedios de consumos energéticos y económicos, se debe hacer un diagnóstico de las condiciones y el rendimiento y consumo de los equipos instalados; después, hay que detectar posibles aprovechamientos y oportunidades para garantizar una óptima operación de las instalaciones.

También es importante establecer parámetros de ejecución futura, así como objetivos de ahorro económico y de consumo energético, que pueden alcanzarse con la puesta a punto de equipos, la sustitución o actualización de equipos, la implementación de programas de automatización y/o el uso de tecnologías de monitoreo para optimizar la rentabilidad y ser competitivo dentro del mercado.