En años recientes, mucho se ha escrito sobre «desarrollo sostenible». Acrónimos como «ASG» (ambiental, social y gobernanza) o su equivalente en inglés «ESG», temas verdes y ambientales han inundado diversas publicaciones. Los encontramos en este periódico, en muchos otros y en diferentes secciones. Pero ¿qué significa todo esto y cómo se liga con la creación de valor empresarial?

Ésta colaboración busca contestar la pregunta de manera sencilla y con un enfoque práctico, pues todo empresario, directivo o empleado al entender estos conceptos puede colaborar en su logro y beneficiar a todos los que tienen una relación con la empresa, es decir, los grupos de interés: socios, empleados, clientes, proveedores. Esto implica que se busca atender las necesidades de diferentes agentes y no sólo de accionistas.

Un poco de historia para ponernos en contexto. En 1987, en las Naciones Unidas, al ver el deterioro del ambiente humano y los recursos naturales, se acuñó el término «desarrollo sostenible», que implica satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.

Las décadas han pasado y estas ideas han permeado en las empresas y en la creación de valor, entendido anteriormente como la obtención de las mayores utilidades para los accionistas en el menor tiempo posible, sin considerar otros factores. Sin embargo, los tiempos cambian y con la tecnología y canales de comunicación actuales ya no solo los dueños o directores influyen en las decisiones de las empresas, también los empleados, clientes, proveedores, comunidades, entre otros.

Varios casos se han conocido en los cuales el mal actuar de empresas ha sido señalado en redes sociales, con consecuencias negativas para la reputación y resultados del negocio. Si bien es absolutamente válido que se busquen ganancias para quienes arriesgan su capital al emprender un negocio y crear empleos, es también necesario un balance entre estas necesidades y las de los grupos de interés al otorgar trabajos dignos, productos o servicios que cumplen con las promesas a clientes, así como proveedores que sigan estas consideraciones.

Por tanto, el manejo financiero junto con la gestión del desempeño sostenible en sus tres dimensiones -ambiental, social y de gobernanza- se ha vuelto parte integral de la creación de valor. Aquí ejemplos relativos a las tres áreas.

  1. Social y ambiental: Empresa procesadora de alimentos, con alternativas saludables y que usa materias primas cultivadas bajo prácticas responsables. Una práctica débil expone a pérdida de ventas.
  2. Ambiental: Empresa de turismo cercana a zonas protegidas que cuida el consumo de agua, medio ambiente y huella de carbono para atraer clientes conscientes del impacto ecológico. Una práctica ASG débil expone a una disminución de visitantes y posibles multas.
  3. Social: Empresa que maneja datos personales de clientes y empleados debe tener medidas de ciberseguridad para proteger dicha información. Una práctica ASG débil expone a gastos legales.
  4. Gobernanza: Empresa de servicios en donde la integridad profesional es vital para desarrollar la confianza y fidelización de clientes. Publicar el código de ética o políticas anticorrupción, ambientales y sociales, fortalece su compromiso. Una práctica ASG débil expone a no ser considerado como empleador o proveedor.

Por último, hay que evitar la idea de que ASG es sólo para grandes empresas, ya que la integración de cadenas de abastecimiento, que incluye a medianas y pequeñas, está impulsando su adopción en diversos niveles. Además, los patrones de consumo de las nuevas generaciones muestran una mayor consciencia sobre estos temas, sin importar el tamaño de la compañía. Las empresas pueden empezar por identificar el tema que tiene más impacto en su modelo de negocio, trabajar para mejorar su desempeño y con ello generar valor que beneficiará a más de un grupo de interés, incluyendo a los accionistas. Con esto se cuida la viabilidad financiera y la sostenibilidad en el largo plazo.

El autor es consejero profesional independiente y experto en sostenibilidad corporativa

 Fuente: Reforma, Negocios, 06 febrero, 2024