La pandemia del Covid-19 está acelerando la transición energética en el mundo a un menor uso de combustibles fósiles.
El crecimiento de la demanda de crudo se desacelerará en la actual década como consecuencia de los impactos generados por la pandemia, de acuerdo con un reporte de McKinsey sobre perspectivas globales en energía hacia 2021.
«La demanda en los principales mercados, como Estados Unidos y la Unión Europea, ya alcanzó su punto máximo, mostrando una gradual disminución durante más de una década», señala el reporte de la consultora.
Durante 2020, la pandemia del Covid-19 obligó a que los grandes fabricantes de crudo rebajaran sus niveles de producción, colapsando la industria y destruyendo años de crecimiento en el sector.
Petroleras como BP, Exxon y Shell aceleraron sus planes de negocio para diversificarse en energías alternas a los combustibles fósiles e incluso empezar a apostar a la petroquímica.
Sin embargo, el reporte de McKinsey señala que incluso con la disminución en la demanda a largo plazo de los combustibles fósiles, el crudo, carbón y el gas seguirán desempeñando un papel fundamental.
Más de la mitad de la demanda global aún provendrá de los combustibles fósiles hasta 2050, agrega el reporte.
Expone que la demanda de gas seguirá creciendo hacia finales de la década de 2030, impulsada por un aumento en el consumo de productos químicos.
Fuente: Reforma, Negocios, 18 de enero, 2021