La situación económica de México entre 2017 y 2018 ha sido relativamente inestable: se presentaron tasas de inflación anualizada que no se experimentaban desde principios del siglo, el tipo de cambio con respecto al dólar se desplomó a niveles históricos y la actividad comercial y productiva de la iniciativa privada se ralentizó a la espera de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y los resultados de las elecciones federales en el país. Con un panorama a futuro poco claro, sectores de la población han volteado a ver a la inversión interna como una herramienta de ahorro.
En cifras de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) de los últimos siete años, en México la inversión extranjera directa ha tendido a enfocarse en el mercado regional; es decir, las compañías de otros países utilizan sus fondos para comprar productos y servicios a la industria interna, al tiempo que generan negocio dentro de las fronteras nacionales. La confianza de estas compañías refleja una fortaleza en el entorno de inversión local, asegura Leonardo Alves, CEO de la consultora PlanWealth Management.
«México posee un entorno de inversión muy sólido, no solo para las empresas extranjeras sino también para sus propios ciudadanos», afirma el CEO. Debido a la aparente inestabilidad económica y el relativamente bajo rendimiento de las opciones de ahorro tradicionales, muchos individuos han comenzado a considerar herramientas alternativas para proteger y hacer crecer su dinero, asegura el experto. «Dedicar estos fondos a proyectos nacionales productivos es una estrategia positiva, que no solo puede ayudarles a cumplir sus objetivos financieros, sino que también contribuye a darle un impulso a las actividades empresariales del país».
Una ventaja del entorno de inversión en México es la variedad de opciones disponibles al público. Además de la oferta diseñada por las organizaciones tradicionales (bancos, el Gobierno Federal, la Bolsa Mexicana de Valores o las sociedades populares y cooperativas de ahorro), múltiples compañías privadas se han especializado en la creación de fondos de inversión donde se busca maximizar el rendimiento en el largo plazo y, con la aprobación de la Ley Fintech, cientos de startups en todo el país pueden presentar modelos financieros innovadores.
Al primer trimestre del 2018, conforme a la información de México ¿Cómo vamos?, la inversión en el país constituye el 22.1% del Producto Interno Bruto, casi dos puntos porcentuales por debajo del ideal de la institución. Aunque la tasa de crecimiento anual para el sector público ha sido negativa durante casi todo el último sexenio, la iniciativa privada ha experimentado un cambio positivo compuesto, solo un poco más inestable en los últimos dos años. Para Leonardo Alves estos datos son positivos, pero la participación de la ciudadanía en estas actividades financieras podría tener un efecto contundente en la capacidad económica nacional.
Sin embargo, antes de utilizar este tipo de instrumentos, las personas deben determinar si la herramienta de inversión elegida es la más adecuada a sus objetivos. Entre los elementos a considerar están el riesgo (la posibilidad de perder una parte o la totalidad de los fondos), el rendimiento esperado (cuánto dinero se estima que generará el proyecto), el plazo (cuánto tiempo deben las personas esperar antes de volver a disponer de sus recursos), etcétera. En este sentido, es poco aconsejable internarse en este mercado sin la asesoría o consejo de compañías expertas que puedan ayudar a las personas a sacarle el mayor provecho posible a estos sistemas financieros.
(Fuente: Notimex / Distrito Federal / Internet, Información, 08:49, 18/07/2018)