En un reflejo de las condiciones de precariedad de los trabajadores mexicanos, al cierre del año pasado dos de cada tres personas ocupadas, tanto en el sector formal como en el informal, tuvieron un ingreso que no superó los tres salarios mínimos, alrededor de 265 pesos por día, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). Mientras 12 millones de trabajadores sobrevivieron con un salario mínimo o sin ingresos en absoluto, básicamente de propinas o ayudas.
Si bien el número de población ocupada aumento en 2018, a la par lo hizo la informalidad, creció el deterioro de seguridad en los empleos y se contó con una menor proporción de personas que cuentan con un trabajo asalariado.
A ello se suma la pérdida de empleos por decenas de miles en el campo (182 mil 53), en las industrias extractivas y de electricidad (10 mil 619), así como el sector social o burocracia (34 mil 475), reporta la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación (ENOE).
De octubre a diciembre del año pasado se contaron un millón 328 mil 763 personas más trabajando con respecto al último trimestre de 2017, y saldó en un total 54 millones 194 mil 608 personas que se reportaron como ocupadas al cierre de 2018.
Los resultados de la ENOE indican que en el cuarto trimestre del año pasado todas las modalidades de labor informal sumaron 30 millones 693 mil 39 personas, un aumento de 1.8 por ciento con respecto del mismo periodo de 2017; lo que implica que casi seis personas, de quienes trabajan, lo hacen en la informalidad, pese al programa del sexenio pasado para regularizar el empleo y una reforma laboral que en paralelo liberó la subcontratación.
De manera detallada, 14 millones 859 mil 75 personas conformaron específicamente la ocupación en el sector informal -personas que trabajan en el campo, el servicio doméstico remunerado de los hogares y quienes trabajan en unidades económicas formales, pero que jamás se les reconocen derechos laborales ante la ley y se elude su registro ante la seguridad social-, cifra que significó un alza de 4.3 por ciento anual.
También la informalidad tuvo uno de sus mayores crecimientos en empresas, gobierno e instituciones, con de 2.5 por ciento y un saldo de 7 millones 528 mil 698 personas en esta situación.
El sector agropecuario redujo en 3.4 el número de personas en la informalidad, pero como explica el propio Inegi, es un sector que en el último año vio la salida de más de 182 mil trabajadores.
Por último, también disminuyó en 2.1 por ciento la tasa de servicio doméstico remunerado, que cerró con 2 millones 230 mil 717 personas en esta actividad.
Uno de los pendientes que resaltan las cifras es la disparidad de las cargas de trabajo.
Tres de cada cinco trabajadores laboran entre seis y siete días a la semana.
Mientras 6 por ciento de las personas trabaja menos de 15 horas semanales, en el otro extremo se ubica 28.8 por ciento que labora más de 48 horas.
En promedio, la población ocupada trabajó en el trimestre octubrediciembre de 2018 jornadas de 43 horas por semana, más de 6 horas los siete días de la semana.
Por estado, la mayor proporción de población desocupada se encuentra en Tabasco y en la Ciudad de México.
Oaxaca, Guerrero y Chiapas mantienen el rezago en lo que hace al empleo asalariado.
Para condiciones críticas de ocupación que puede ir desde quienes trabajan más 35 horas semanales con ingresos mensuales inferiores al salario mínimo y las que laboran más de 48 horas semanales ganando hasta dos salarios mínimos, destacan Chiapas, donde cuatro de cada 10 trabajadores están en una condición de este tipo; así como Campeche, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala y Puebla que impacta a uno de cada cinco trabajadores.La informalidad en Chiapas, Guerrero, Hidalgo y Oaxaca impacta a ocho de cada 10 empleados.
(Fuente: La Jornada, Información ,Economía ,DORA VILLANUEVA, P21, 15/02/2019)