Hace unos días platicaba con un amigo sobre las características del inicio de año para la gran mayoría de los mexicanos y coicidíamos en que, sin excepción, después del día de Reyes todo mundo habla sobre la famosa “cuesta de enero”, pero el comportamiento del consumidor mexicano dista mucho de un plan de ahorro y disminución de gasto. Basta observar los centros comerciales, restaurantes, tiendas departamentales y autoservicios para darnos cuenta que el consumo no disminuye tan drásticamente como podría pensarse al analizar las conversaciones sobre la ya citada “cuesta de enero”. Con lo anterior no quiero decir que se siga consumiendo al mismo ritmo y lo podemos ver en las cifras reportadas por la ANTAD, sobre el crecimiento de ventas a tiendas totales de sus cadenas comerciales asociadas en las que se observa que enero es un mes en el que necesariamente disminuyen las compras, pero no a un nivel de alarma como se podría pensar al escuchar las conversaciones sobre arranque financiero del año.
Ahora bien, el 14 de febrero se vuelve una fecha sumamente importante para el consumo en nuestro país. Desde que inicia el año muchas marcas de productos de consumo y servicios ligan sus promociones a este día y es que dicho día representa para muchas empresas un momento importante de ingresos, no solamente del mes de febrero sino de todo el año.
De acuerdo a un estudio realizado por el portal Tiendeo, los hombres en México gastarán este 14 de febrero alrededor de $1,330 y las mujeres $830 en promedio y las categorías de regalos que destacan en México y por orden de preferencia son cenas románticas, experiencias, ropa, bombones, flores, perfumes y viajes. Por otro lado, la CANACO (Cámara Nacional de Comercio) y la CANIRAC (Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados) aseguran que este 2018 se verá reflejado un incremento de hasta un 20% para los comercios en dicho día.
Pero ¿qué influye en el pensamiento del consumidor mexicano para destinar un alto porcentaje de sus ingresos al 14 de febrero? Siempre lo he comentado: cuando una marca logra establecer una conexión emocional con su consumidor, éste estará influenciado por factores que van más allá del precio de un producto o servicio. El estudio de las emociones y sensaciones de las personas se ha vuelto una actividad relevante, tanto para las cadenas comerciales y fabricantes, ya que dichas sensaciones se pueden explotar de manera importante para impulsar la venta de productos y servicios en el punto de venta.
Hoy las marcas tienen la oportunidad de analizar grandes cantidades de información acerca de los hábitos de consumo y patrones de compra de su target, pero también deben entender cómo funciona la parte del cerebro que despierta estas sensaciones a la hora de entrar en contacto con una marca. Esta actividad entonces se vuelve también algo psicológico, ya que las personas se comportan y reaccionan de manera diferente ante alguna situación en concreto.
Por ello, si una marca o cadena comercial logra analizar estas sensaciones y traducirlas en acciones concretas para hacer de la compra una experiencia inolvidable o para convencer al cosumidor de que su producto o servicio es lo que necesita en ese momento, estará dando un gran paso delante de su competencia.
Como consecuencia de esta situación, el neuromarketing ha tomado relevancia, al aplicar técnicas que pertenecen a la neurociencia a la actividad dl marketing, a través de un análisis de los niveles de emoción, atención y memoria que poseen los diferentes estímulos percibidos de forma consciente o subconsciente, con la intención de crear estrategias y acciones que conecten emocionalmente con el consumidor.
De ninguna manera estoy diciendo que todas las marcas de productos y servicios asociados al 14 de febrero apliquen técnicas de neuromarketing como una estrategia para impulsar sus ventas, sino que finalmente, el analizar perfectamente los estímulos que llevan a un consumidor a gastar en esta fecha puede traer consecuencias positivas para los comercios.