Basta con ir a una panadería, cualquier tienda de autoservicio, tianguis o cocina económica para ser testigos –y cómplices– de que, a pesar de las regulaciones en contra del uso de bolsas de plástico, éstas se utilizan sin control.
El unicel, los cubiertos de plástico y demás productos crecen bajo la premisa de que se trata de un material que protege a las personas de la Covid-19. Pero es un falso supuesto que –además– le hace daño al medio ambiente.
El 1 de enero pasado, en la Ciudad de México (CDMX) entró en vigor la legislación que prohibía las bolsas plásticas de un solo uso. Se trató de una medida que, si bien empezaba a dar resultados, con la pandemia de la Covid-19 quedó rebasada. Aunque, ningún momento, las autoridades la hayan suspendido.
Datos de la Dirección General de Servicios Urbanos de la CDMX reportan la recolección diaria de 150 toneladas de plástico desechable, el triple de las 49.49 toneladas que se reportaron, en promedio, cada día del 2018, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos de la CDMX publicado a mediados de 2019.
La falsa promesa
Ante el miedo a una enfermedad desconocida que ha paralizado a naciones completas, erróneamente se ha pensado que el plástico –especialmente el de un solo uso– es una alternativa para evitar contagiarse del virus.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que, de acuerdo con distintos estudios, se ha confirmado la persistencia del virus en superficies plásticas entre 72 y 96 horas.
“Ante lo desconocido el reto fue inmenso, sobre todo por creer que los plásticos pudieran asegurar una disminución en el riesgo de contagio. Pero no, el plástico no reduce el riesgo de contagio por Covid-19. El plástico o cualquier otro material tiene la misma probabilidad, no solamente de contener el virus, sino que permanezca en una superficie plástica”, explica Lilian Guigue Pérez, directora general de evaluación de impacto y regulación ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX (Sedema).
El virus vive en el plástico
De acuerdo con la OMS y la propia Sedema, en superficies como el vidrio, el virus puede permanecer activo dos días. Vive un día en tela o madera, y hasta siete días en la capa exterior de una mascarilla médica, por ejemplo.
Si bien es cierto que por cuestiones de higiene e inocuidad la ley permite el uso de plásticos en la venta de alimentos, el pan, por ejemplo, no está considerado en estos supuestos. Por ello, como parte de los cambios que traerá consigo la “nueva normalidad” este producto se deberá exhibir como se hacía antes de la pandemia de la Covid-19.
De hecho, informó la funcionaria, se han empezado las pláticas -y apercibimientos- con la industria panadera, y otras más, para que acaten las disposiciones contenidas en la Ley de Residuos Sólidos de la Ciudad en donde se indican la prohibición de los plásticos de un solo uso.
Guigue Pérez consideró que, aunque la pandemia de la Covid-19 requiere el uso de elementos que sean de un solo uso, por ejemplo, guantes, batas y cubrebocas, es imperante encontrar el balance entre el cuidado a la salud de las personas y del medio ambiente.
Para la doctora Aura Elena Moreno, profesora de cátedra del departamento de Ingeniería Civil y Tecnología Sustentable del Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla, a nivel global se está enfrentando también “una pandemia de plástico”, porque cuando se empezaba a generar conciencia sobre su impacto al medio ambiente, llegó la emergencia sanitaria que “representa otro riesgo”.
¿Qué impacto tiene esta industria? La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reporta que, en el mundo, cada día se producen 300 millones de toneladas de basura plástica. Como llenar un camión de basura cada minuto.
Uso responsable y reciclaje
Para la académica, este material no se ha utilizado de forma responsable a nivel mundial, lo que ha significado un impacto importante en la pérdida de ecosistemas.
De acuerdo con el Programa de Medio Ambiente de la ONU, se estima que si no se endurecen las acciones de reciclaje para el 2050, en el mar habrá más basura que peces. Una estimación que se había realizado antes de la pandemia de la Covid-19.
El organismo internacional señala que en América Latina solo se recicla el 10 % de los desechos plásticos por lo que, a nivel global, se estima que cada año 13 millones de toneladas de este material son vertidas en los océanos.
En la Ciudad de México, las autoridades reportan que el 76.3 % de los residuos plásticos que se generan en los hogares capitalinos son reciclados, sin embargo, ésta es una actividad que en su mayoría recae en los hombros de los trabajadores de limpia, quienes son los encargados de separar los desechos para venderlos en espacios que se dedican al reciclaje, pues esto les significa una ayuda económica.
Una gran proporción de los llamados “voluntarios” -quienes literalmente vemos colgados de los camiones y que se encargan de vaciar los botes- no cuentan con un salario.
Así, recolectar y vender plástico, PET, vidrio y cartón se traduce en una oportunidad de tener un mayor ingreso el cual llevar a casa.
Una vez que la pandemia vaya cediendo, consideró Moreno, será primordial estudiar el efecto que la emergencia sanitaria tendrá en el cambio de hábitos de la población “porque si volvemos a encontrar playas llenas de basuras es como si no hubiéramos aprendido nada”.
El plástico no es el villano
En México, la industria del plástico representa más de 30 mil millones de dólares y cada año se producen 7 millones de toneladas; el 47 % solo se refiere a empaques, envases y embalados, de acuerdo con la Asociación Nacional de la Industria del Plástico (ANIPAC).
Mientras ellos se defienden y aseguran que no son los villanos, las organizaciones ciudadanas les reprochan que hayan utilizado la pandemia de la Covid-19 para beneficiarse, a pesar de que la evidencia científica apunte a que el plástico no reduce el riesgo de contagio del virus.
“El impacto que (el plástico) está teniendo no es solo atribuible a la pandemia como tal, sino mas bien al oportunismo de la industria de los plásticos haciendo uso de la pandemia”, reprochó Ornela Garelli Ríos, activista ambiental y responsable de Greenpeace México.
Dijo que durante estos meses, la industria del plástico ha incentivado el consumo de este material contraviniendo legislaciones.
En la CDMX, la Sedema tuvo que suspender las visitas de vigilancia para constatar el cumplimiento de la norma en los distintos establecimientos, lo que resultó en el incumplimiento de la medida y la llegada de nuevas acciones, como empaquetar individualmente los panes.
En Quintana Roo, por ejemplo, en junio debió haber entrado en vigor la Ley para la Prevención, Gestión Integral y Economía Circular de los Residuos contra el uso de plásticos de un solo uso, pero a causa de la emergencia sanitaria, las autoridades optaron por poner pausa, hasta nuevo aviso, a esta legislación.
Se trató de una decisión, acusó Garelli Ríos, que se tomó por la presión de la industria del plástico.
Mientras que, en Chiapas, aunque se buscaba frenar hasta 2021 la legislación al respecto, desde el 20 de junio pasado los plásticos de un solo están prohibidos en el estado.
La industria también ha perdido
“El plástico no es el héroe de la película, pero tampoco fue el villano cuando lo queríamos crucificar. Yo creo que el plástico únicamente es un excelente aliado”, afirmó Almidir Torres, presidente de la ANIPAC.
Resultado de la pandemia por la Covid-19, estimó, la industria que representa tendrá una pérdida, al menos, del 10 %.
Para el empresario, la lucha contra la contaminación ambiental no tiene su origen en la existencia en sí de la propia industria, sino en la falta de responsabilidad, además, de la población y las autoridades.
“Los tres grupos somos corresponsables para evitar los impactos”, dijo.
En lo que compete a las autoridades, Almidir Torres, lamentó que no se cuenten con correctos con programas de disposición de residuos.
¿Lecciones aprendidas?
La pandemia de la Covid-19 dejará a su paso una amplia lista de lecciones. Las relaciones sociales, los hábitos de consumo y de alimentación, por ejemplo, serán modificados.
Ornela Garelli consideró que se debe apostar por una “nueva realidad verde” y se debe privilegiar la reutilización y el uso de productos y materiales durables para evitar impactos ambientales negativos de los productos desechables.
Adquirir una botella reusable para llevar agua, usar popotes y cubiertos de metal o bambú, cargar siempre una bolsa de tela y recipientes en los que llevar las compras que se hacen en los autoservicios o tianguis harán la diferencia.
Aunque la emergencia sanitaria significó un par de pasos atrás en la lucha contra los plásticos de un solo uso, pues su consumo incrementó, las autoridades capitalinas reforzarán la vigilancia en el cumplimiento de la normatividad.
Sin multas
Campañas de comunicación que concienticen a la población, antes que multas, serán la estrategia para lograr sus objetivos, expuso Lilian Guigue Pérez, directora general de evaluación de impacto y regulación ambiental de la Sedema.
“A mí no me interesa meter a nadie a la cárcel, ni en una época tan difícil andar cobrando sanciones, lo que me interesa es que se reduzca el uso del plástico”.
Con estas acciones se preparará a la CDMX para la prohibición de desechables a partir del 1 de enero de 2021, tal y como lo marca la Ley de Residuos Sólidos local.
A partir de esta fecha quedará prohibida la comercialización, distribución y entrega de: cubiertos de plástico, palitos mezcladores de bebidas, platos, popotes, hisopos de algodón, globos, vasos, tapas, charolas para transportar alimentos y aplicadores de tampones que estén fabricados total o parcialmente de plástico que sean diseñados para un solo uso.
El reto es dejar de contaminar al planeta, como lo hemos venido haciendo, más allá de la pandemia por la Covid-19.
https://www.america-retail.com/mexico/el-plastico-de-un-solo-uso-la-otra-pandemia/