El consumo de carne de pollo se ha triplicado en México desde la década de los 90 hasta la fecha para llegar a 26.5 kilos per cápita al año y se prevé que la demanda aumentará 20 por ciento en 2025, tanto por el crecimiento de la población como de sus ingresos, que ha permitido transitar de una dieta basada en cereales a mayor consumo de carne, pronosticó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Sin embargo, la producción de pollo sólo ha crecido a un ritmo anual de 2.6 por ciento desde 2003 y resulta insuficiente para satisfacer la demanda local.
Así que las importaciones se incrementaron 140 por ciento entre 2003 y 2016 para cubrir 20 por ciento de la demanda interna, la mitad piernas y muslos provenientes de Estados Unidos.
En 2016, último año analizado por la OCDE, México importó 780 mil toneladas de pollo.
El pollo es una de las principales fuente de proteína de los mexicanos.
En años recientes pasó de ser la tercera fuente de proteína cárnica a la segunda, ya que el pollo duplicó su participación en la producción de carnes del país al subir de 14 a 33 por ciento, en detrimento de la carne bovina que bajó de 41 a 25 por ciento.
Hay proyecciones según las cuales en 2030 el pollo será la primera fuente de proteína cárnica de los mexicanos al concentrar 38 por ciento del total, debido a que es más barato que las carnes rojas, tiene una producción más eficiente y las aves requieren periodos más cortos de crecimiento que otras especies.
También influye que prácticamente no existen restricciones religiosas para su consumo y la gente tiene una percepción favorable sobre sus propiedades nutricionales.
El 51 por ciento de la producción nacional de pollo está concentrado en cinco estados: Jalisco, Veracruz, Aguascalientes, Querétaro y Durango, precisó la OCDE en un estudio encargado por la Secretaría de Economía (SE) y publicado recientemente, pero que se ocupa únicamente «del sector moderno de la industria, sin analizar otras formas de sacrificio, por ejemplo, tradicional o de traspatio».
Las importaciones se dispararon pese a que México mantiene una «protección arancelaria importante» respecto a los países con los que no tiene acuerdos comerciales.
El arancel que se pagaba por el pollo proveniente de esas naciones fue de 234 por ciento.
(Fuente: La Jornada, Información ,Economía ,Susana González, P21, 05/11/2018)