Aunque con la reforma fiscal iniciada en 2014, ciudadanos y empresas han pagado más de un billón de pesos adicionales de impuestos, este cambio no tuvo impacto en la reducción de la desigualdad en el País. En 2014, la recaudación de impuestos fue por 1.8 billones de pesos y en 2017 terminó en 2.8 billones, un monto y un crecimiento récord, según estadísticas de la Secretaría de Hacienda.
Sin embargo, la redistribución de los recursos para reducir la desigualdad salarial sigue siendo un tema pendiente del sistema fiscal mexicano.
De acuerdo con el documento «Getting It Right, Prioridades estratégicas para México», publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los niveles de desigualdad del ingreso disponible antes y después de la reforma fiscal en el País muestran una mejora modesta, que no es suficiente para atacar el problema de desigualdad entre los que más ganan y los que perciben los menores ingresos.
El documento expone que existe espacio para replantear el esquema tributario y combatir la desigualdad salarial, entre los que se destaca la necesidad de ampliar la base tributaria, combatir la informalidad e impulsar el mercado laboral y la seguridad social.
En materia tributaria, la OCDE señala que uno de los impuestos que ofrece una oportunidad de mejora para redistribución del ingreso es el aplicado al ingreso de capital, que se da por venta de activos, el cual aún presenta tasas muy bajas, comparado con otros países, y se trata de un gravamen que generalmente corresponde a las personas que se encuentran en los niveles salariales más altos.
Un análisis del Centro de Estudios de Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, titulado «Impacto redistributivo de la reforma fiscal en contribuyentes y finanzas públicas de México», detalla que el pago de impuestos es progresivo en México, es decir, pagan más los de mayor ingreso.
Sin embargo, desde la reforma fiscal, el incremento de los impuestos pagados por los segmentos de mayor ingreso, fue en menor proporción que el resto.
Lo anterior, contrasta con sistemas fiscales como el de Canadá, en los que para cada aumento en el ingreso de los niveles salariales más altos, la proporción de impuesto pagada crece más que en los niveles salariales bajos.
Entre las recomendaciones de este estudio se encuentra el incremento de la base tributaria y la eliminación del trato preferencial y tasa cero en el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Fuente: Reforma, Sección Negocios, Marzo 26, 2018