Hoy 28 de enero se conmemora el Día Internacional de Protección de Datos Personales.

El nombre de las personas es el primer dato personal. El valor comercial y luego financiero del nombre originaron la evolución de la regulación internacional de los datos personales. El control y (luego con la tecnología) la circulación incesante de los datos personales fue y son fuente de divisas. Los mercados requieren confianza de inversionistas, compradores, vendedores y consumidores, el nombre identifica parentesco, propiedad y deuda y por consecuencia la factibilidad del crédito.

La privacidad humana vino a servir de barrera a las perturbaciones de la vida privada de los capitalistas, por encima de consideraciones éticas o morales, por sus efectos en la economía individual y general.

Todo gira alrededor del nombre y su valor político y comercial mueven al mundo.

Al INAI corresponde vigilar y en su caso intervenir frente al sector público y privado si hay tratamiento indebido de los datos personales por parte de otro particular, empresa o sector público.

La revolución digital transformó la vida del planeta Tierra. Los avances de las tecnologías se fusionaron en un plano paralelo al real, la dimensión digital en la que todos estamos incluidos ‘voluntaria’ e involuntariamente. Todo lo humano tiene referencias digitalizadas, son básicamente datos acumulados en la vida digital.

La gente, empresas, instituciones ‘suben’ directamente millones de datos personales a la dimensión virtual y quedan inmersos en archivos de texto, videos o fotografías y forman parte de referencias que pertenecen a personas identificables.

¿Por qué se asegura que la protección de los datos personales es un factor de la economía global?

La cuestión comienza con reconocer la estrecha relación que ha habido entre los derechos humanos o libertades esenciales y el sistema económico de producción imperante.

Por omisión o afirmación el reconocimiento mundial de los derechos humanos en términos de su factibilidad jurídica concreta ha sido un reflejo del efecto nunca desinteresado de la economía mundial.

El capitalismo sintetizó el valor del nombre sobre los bienes y la transmisión de aquellos, no solo por herencia sino a través de la compraventa moderna y el valor del crédito como vía para el intercambio. El nombre propio y su valor crediticio afincaron la necesidad de bancos que con lucro ‘regulado’ aseguraba solvencia individual.

La globalización magnifica lo mundial. En ese torbellino los datos personales son una fuente de negocio y un capital indispensable para quien gobierna y comercia.

El mercado internacional de los datos personales ha merecido que haya reglas y protocolos para su manejo o tratamiento.

El manejo masivo de valores financieros asociados al nombre de inversionistas, compradores, vendedores y consumidores prefiere certidumbre a pesar de las implicaciones por la reducción de lucro en las operaciones. En la era digital, curiosamente, los principales ‘maltratadores’ de datos personales (los servidores masivos y las aplicaciones más utilizadas) compiten entre sí y se jactan de garantizar al usuario condiciones de protección de algunos riesgos de las transacciones en línea y aficiones lúdicas. En la red nada es realmente gratuito y mucho menos responde a condiciones desinteresadas.

No puede haber economía global sin el concurso de las operaciones económicas individuales que responden a un nombre personal cierto e identificable. Al margen de haber también fabulosos negocios en las redes de la economía informal que es el santuario del “mercado negro” de los datos personales.

El INAI es un instrumento institucionalizado que provee certeza individual y general al valor del dato personal en favor de sus titulares. El INAI es árbitro y sancionador de prácticas indebidas ligadas a la defenestración de los datos personales.

La manipulación masiva o individual de datos personales al margen de la voracidad económica que producen y provocan encuentra límites que conviene garantizar.

Al margen de las razones económicas: financieras y comerciales, los datos personales deben ser protegidos para garantizar la circulación masiva de las ambiciones económicas.

El INAI es un termómetro de la validez con la que se utilizan los datos personales en el mercado y de la legitimidad con la que los administra para fines muy específicos el Estado y sus dependencias.

 

Fuente: El Financiero / Distrito Federal / Internet, Información, 04:50, 28/01/2020