Las cifras de empleo formal de marzo debieran encender las luces amarillas en la economía. Le recuerdo que el dato, que se dio a conocer el pasado fin de semana, fue un crecimiento de 2.8 por ciento en el número de trabajadores registrados ante el IMSS. La tendencia a la baja en este indicador es evidente si se observa que en diciembre el ritmo del empleo era de 3.4 por ciento. Y resulta más claro si observamos que hace un año, en marzo de 2018, crecía al 4.2 por ciento.
Si observamos la diferencia en el número de empleos nuevos creados, encontramos que en marzo de 2018 se crearon 90 mil 509, mientras que en el mismo mes de este año fueron 48 mil 515. Es decir, la caída fue de 46.4 por ciento de un año a otro. Poniendo lupa a los dos sectores que más empleo formal generan, observamos que la industria de la transformación creó 11 mil 231 nuevos puestos de trabajo en marzo, una cifra 55 por ciento menor a lo gestado un año antes.
En el caso del comercio, se generaron 15 mil 975 nuevos empleos, 48.2 por ciento menos que en marzo de 2018. ¿Por qué razón se generan menos empleos? Básicamente por dos razones.
O porque la actividad económica del presente es menor que la del año pasado o bien porque hay la expectativa de que baje más aún y las empresas hacen los ajustes para anticiparse a las futuras condiciones del mercado. Si se tratara de un indicador aislado, quizás habría que tomar con pinzas su significado.
O bien que las ventas de autos cayeron en 1.5 por ciento en ese mismo mes. En la medida que se sumen indicadores, lo más probable es que se valide la clara tendencia a la baja. Claro que no toda la República Mexicana es igual.
En Baja California Sur, cuya actividad turística no frena, hubo un crecimiento del empleo de 6.7 por ciento; Querétaro aumentó en 6.1 por ciento y Campeche, finalmente crece, y lo hizo a 5.5 por ciento. Pero en contraste, en Guerrero el número de empleados asegurados cayó en 6.1 por ciento; Tabasco decreció en 0.7 por ciento y Chiapas apenas aumentó en 0.3 por ciento. Sin embargo, en medio de este mosaico, la tendencia dominante es marcadamente a la baja. ¿Podría llegar un momento en el que, a escala nacional, pasemos de la desaceleración a una pérdida del número total de puestos de trabajo? Por lo pronto no se ve esa amenaza.
La última vez que vimos algo así en México fue entre finales de 2008 y principios de 2009. Desde noviembre de 2008 hasta mayo de 2009 hubo una caída casi continua del empleo. La reducción, en ese lapso, fue de 4.8 por ciento, con una pérdida de casi 700 mil puestos de trabajo. La razón fue que la economía cayó a un ritmo que en mayo de 2009 llegó a ser de –8.3 por ciento anual (medido por el IGAE), una de las peores desde que se calcula este indicador, sólo superada por algunos meses de 1995, cuando la economía cayó hasta en 10.3 por ciento.
Ni los más pesimistas ven en este momento un escenario en el que se presente una caída, lo más probable es ‘sólo’ un menor crecimiento del empleo… por si sirve de consuelo.
(Fuente: El Financiero / Distrito Federal / Internet, Información, 04:50, 16/04/2019)