Los asuntos comerciales generarán mayor presión en Washington en el 2019. Un fuerte incremento en los aranceles a las importaciones chinas fue postergado durante el fin de semana pasado, pero podría volver en los próximos meses. Más allá de China, se espera que la Administración Trump promueva para febrero un plan para aplicar nuevos aranceles a las industrias automotrices de Japón y Europa.
Y en una importante prueba política para el Presidente Donald Trump, su Administración tendrá que trabajar con la mayoría demócrata recién electa en la Cámara de Representantes para obtener el aval del Congreso al nuevo acuerdo comercial propuesto para América del Norte.
En cada uno de estos casos, el resultado dará forma al legado comercial de Trump y a las ganancias netas de prácticamente cualquier compañía con una cadena de suministro internacional considerable.
El sábado pasado, Trump acordó no subir en enero del 10% al 25% los aranceles aplicados a 200 mil millones de dólares de importaciones anuales de China, parte de una tregua en el conflicto comercial con ese país.
Sin embargo, esos impuestos podrían volver a la mesa de negociación tan pronto como marzo, dependiendo del resultado de las pláticas comerciales que la Casa Blanca está tratando de concluir en 90 días.
La Administración, que señala que sus políticas comerciales van dirigidas a ayudar a los trabajadores en industrias de manufactura, se ha valido de la amenaza de los aranceles para alcanzar acuerdos como el nuevo tratado propuesto para América del Norte, que en realidad promete tener sólo un efecto ligero o moderado en las industrias.
La incertidumbre respecto a la fuerza con la que la Casa Blanca insistirá en los aranceles y en nuevos acuerdos comerciales exhaustivos ha complicado las decisiones para los líderes empresariales.
Cada vez más negocios se están quejando de los aranceles a las importaciones. Por ejemplo, muchas compañías estadounidenses están pagando más por acero y aluminio a causa de los aranceles implementados por Trump, y podrían enfrentar obstáculos adicionales si Estados Unidos aplica más impuestos, o si los socios comerciales utilizan aranceles para tomar represalias contra las exportaciones estadounidenses.
Potencialmente, el peor escenario para las compañías podría ver a la Administración extender los aranceles estadounidenses a todas las importaciones chinas, y también aplicar un arancel automotriz del 25 por ciento a coches ligeros y autopartes de fuera de América del Norte, además de continuar con los aranceles vigentes al acero y el aluminio.
Por otro lado, algunas compañías estadounidenses se están beneficiando de los nuevos aranceles. Trump ha defendido los aranceles a los metales indicando que ayudan a los productores de acero y aluminio y sus trabajadores. El sindicato United Steelworkers obtuvo aumentos salariales para sus trabajadores en noviembre.
Mientras tanto, la industria automotriz es menos optimista respecto a las propuestas de la Casa Blanca de aranceles a las importaciones. Los fabricantes automotrices, proveedores de partes y concesionarias han expresado temores de que la política comercial de la Administración Trump sea contraproducente y lleve a precios más altos y pérdida de empleos, a medida que las armadoras, como General Motors Co., buscan evitar los impuestos y desarrollar más producción en los crecientes mercados automotrices en Asia.
La Casa Blanca está echando mano de su amenaza de posibles aranceles a las importaciones de vehículos y autopartes en negociaciones que ha iniciado con la Unión Europea y Japón.
Las pláticas comerciales formales con la Unión Europea y Japón no pueden iniciar antes de enero, sólo semanas antes de la fecha límite de febrero para que el Secretario de Comercio Wilbur Ross dé a conocer un informe sobre posibles aranceles automotrices.
Se espera que para mediados del próximo año, más o menos, el nuevo TLCAN, conocido como el Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), llegue al Senado y a la Cámara de Representantes para su aprobación.
Bajo la legislación comercial del 2015, ambas Cámaras deben abordar el acuerdo rápidamente, a no ser por pasos extraordinarios que pudieran tomar los líderes para descarrilar una votación.
Personal del Congreso dice esperar que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell (republicano de Kentucky), y la nueva presidenta de la Cámara de Representantes trabajen juntos para llegar a un posible acuerdo sobre legislación diseñada para implementar el nuevo pacto, en especial porque Trump ha señalado que se retirará del viejo TLCAN.
Los sindicatos han indicado que podrían cabildear por el acuerdo si la Administración Trump refuerza los mecanismos para asegurar el cumplimiento de estándares laborales más altos en México.
Si la fuerza laboral, de hecho, apoya el acuerdo, eso podría preparar el terreno para la aprobación al desalentar los intentos de los líderes demócratas de privar a Trump de una victoria política importante.
Fuente: Reforma, Sección Negocios, 07 de Diciembre, 2018