México se enfrenta a un reto sin precedentes en la transición energética, hacia un sistema más sostenible y con metas de cero emisiones de carbono. Frente a tal reto, es fundamental invertir en el desarrollo tecnológico para aprovechar plenamente los beneficios de las energías renovables y las tecnologías emergentes. Según los compromisos internacionales y las leyes nacionales, México debe asegurar que al menos el 35% de su generación eléctrica provenga de fuentes limpias para 2024.

Aunque todavía está en desarrollo regulatorio en México, el hidrógeno verde se presenta como una solución potente para la descarbonización de sectores difíciles, como el petrolero y de gas natural. Obtenido mediante la electrólisis del agua, usando energía renovable, este vector energético promete revolucionar la transición energética, colocándolo a la vanguardia de la innovación tecnológica y asegurando un futuro energético resiliente.

Otro ejemplo es el almacenamiento de energía en baterías. Dada la intermitencia de las energías solar y eólica, el almacenamiento en baterías se vuelve un complemento esencial que guarda la energía durante periodos de alta producción y libera en momentos de baja producción o alta demanda. Adicionalmente, el almacenamiento en baterías permite reducir la variabilidad interhorario de los recursos renovables, garantizando un suministro estable, aportando a la confiabilidad del sistema y permitiendo una mayor penetración de las energías renovables en la red eléctrica mexicana.

Otro componente relevante en esta ecuación es el «Desarrollo Tecnológico y Colaboración Internacional». Invertir en tecnología es crucial no solo para la generación de energía, sino también para la capacitación laboral y la adaptación de infraestructuras. Ejemplos de colaboración internacional, como las iniciativas de empresas como Google y Microsoft, muestran el avance en la adopción de tecnologías limpias avanzadas como baterías de larga duración, la geotermia y la energía nuclear avanzada, lo que es crucial para acelerar la transición energética, complementar las energías renovables y proporcionar una generación constante y sustentable.

La Asociación Mexicana de Energía (AME) y sus asociados, en colaboración con el Gobierno y como ha sido durante sus 25 años de vida, está comprometida a promover un desarrollo que no solo alcance las metas de descarbonización de México, sino que también asegure un suministro energético fiable para el futuro y el bienestar de México. Sin embargo, para lograrlo, el desarrollo de un marco regulatorio adecuado y políticas que fomenten la inversión, así como la colaboración público-privada son fundamentales para una transición efectiva.

Como conclusión, la transición hacia un sistema energético más verde y sustentable en México es un desafío complejo, que requiere una estrategia bien orquestada y el compromiso de múltiples sectores. Con las acciones adecuadas, el futuro energético de México se proyecta tanto «verde» como brillante.

El autor es vicepresidente de la Asociación Mexicana de Energía

Fuente: Reforma, Negocios, 29 abril, 2024