Como estaba previsto, la semana pasada, el Banco de México llevó a cabo su penúltima reunión de política monetaria del año. Mantuvo sin cambios su tasa de interés de referencia en 11.25% y acompañó esta decisión con un mensaje más suave sobre el futuro de dicha política, sugiriendo que podría iniciar pronto el proceso de reducción de las tasas.

El punto clave en el comunicado fue el cambio en la perspectiva de las tasas de interés en comparación con el comunicado anterior. Ahora se espera que la tasa de interés se mantenga en el nivel actual por «cierto tiempo», en lugar de por un «periodo prolongado» como se comunicó anteriormente.

Aunque sorprenda el radical cambio de visión con respecto a la reunión anterior, donde el banco endureció su postura debido al temor de un posible sobre calentamiento de la economía, ahora se observa una mejor valoración sobre el desempeño de la inflación y el crecimiento económico.

Por primera vez en lo que va del ciclo restrictivo de la política monetaria, el banco reconoció que el proceso desinflacionario ha avanzado en el país, y el panorama ya no parece tan complejo como hace algunos meses, a pesar de los desafíos que aún existen.

Este reconocimiento se basa en que la inflación general ha descendido consistentemente en los últimos meses, ubicándose hoy en 4.26%, cerca del límite superior de tolerancia del 4.0% anual, y en el hecho de que en el último par de meses la inflación subyacente ha explicado en gran medida esta disminución, al reducirse más que la inflación general, mientras que la inflación de los servicios se ha estabilizado.

Además, la autoridad reconoce implícitamente que el fuerte crecimiento económico observado hasta hoy no sólo se debe a la expansión de la demanda, sino también a una ampliación de la oferta, lo que explica la reducción de la inflación. Afirma que el producto se mantiene en una senda de crecimiento robusta, considerándolo positivo.

Igualmente, es probable que haya tomado en consideración la posible desaceleración económica estadounidense y sus efectos sobre la demanda externa de nuestros productos como factor que podría compensar la expansión de demanda que podría observarse en 2024 a consecuencia de la expansión de la política fiscal.

En otro aspecto, dos elementos en el comunicado del Banco de México llaman la atención: la ausencia de la mención de la reducción de la trayectoria esperada de la inflación para el cuarto trimestre del presente año y el primero del próximo, como se hizo en comunicados anteriores, y un error al mencionar que las expectativas de la inflación general para 2023 se mantuvieron sin cambios, cuando en realidad bajaron.

En cuanto a la ausencia de mención sobre la reducción de la trayectoria esperada de la inflación, es posible que el Banco de México haya considerado que la información detallada ya estaba disponible en el cuadro adjunto al comunicado, lo que hizo innecesario repetirlo. Sin embargo, la discrepancia surge porque en comunicados anteriores sí se hizo mención de dichos cambios. Este contraste genera interrogantes sobre la consistencia en la comunicación del banco y cómo estos ajustes afectan la percepción del público y los inversionistas.

En el caso del error en las expectativas de inflación para 2023, esta equivocación plantea interrogantes más significativas. El hecho de que el banco central se haya equivocado al comunicar las expectativas de inflación para el cierre de este año, especialmente después de la publicación de la encuesta de octubre sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, podría socavar la confianza en la precisión y la fiabilidad de la información proporcionada por el banco.

Este tipo de errores pueden generar dudas sobre la integridad de las proyecciones y decisiones del Banco de México, lo que podría afectar la toma de decisiones de los agentes económicos y la percepción del público en general.

Fuente: Reforma, Negocios, 13 noviembre, 2023