Sin duda hemos avanzado demasiado como sociedad gracias al impulso de acciones ESG, aunque falta mucho camino por recorrer.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, resulta fundamental explorar los efectos y consecuencias que el cambio de paradigma climático actual tendrá en los negocios, para entender el mundo en el que vivimos, pero principalmente para trabajar y adaptarnos al que aspiramos vivir.

Para nadie es noticia que la protección del medio ambiente es un deber y obligación global, para lograr conciliar nuestra relación con el planeta y continuar disfrutando de condiciones ambientales estables y seguras, para ésta y las siguientes generaciones. Actualmente existen tres temas fundamentales que diseñarán y marcarán el destino y futuro de los negocios: la geolocalización o nearshoring, la Inteligencia Artificial y el cambio climático.

La naturaleza y el clima no son ciencias exactas, por lo que difícilmente se podrán pronosticar resultados sin variabilidad y con exactitud. La comunidad científica ha conciliado la idea que, en la mayoría de los escenarios y pronósticos, los efectos del cambio climático serán negativos y perjudiciales para el ser humano, y, provocarán la alteración a la vida y los negocios.

Por ello, la comunidad internacional, a través de la creación de la Agenda 2030, impulsa, como prioridad para gobiernos, empresas y sociedad, el cumplimiento de diversos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que buscan fomentar, inculcar y propiciar la sustentabilidad como eje fundamental en los negocios.

Lo anterior se ha materializado y aterrizado gracias al desarrollo y cumplimiento de políticas de sustentabilidad ambientales, sociales y de gobernanza, a través de los criterios, metodologías y principios ESG (por sus siglas en ingles Environmental, Social and Governance), que tienen como fin y objetivo permitir a los negocios transitar hacia la sustentabilidad.

Resulta importante entender que dichos criterios llegaron para quedarse como eje fundamental de los negocios en el futuro, por lo que rezagarse en su implementación y adopción generará pérdidas y daños en los negocios. A través la aplicación de tratados y compromisos internacionales, así como el desarrollo de normas y directrices, han convertido e impulsado a la sustentabilidad como una obligación y no una buena intención.

El cambio de paradigma que estamos viviendo, sin duda, se podría resumir en dos puntos clave: (i) la sustentabilidad ya es obligatoria y en caso de existir una controversia judicial interna o externa, las empresas estarán en riesgo de ser sancionadas económicamente y afectar a su reputación. (ii) El ESG debe entenderse como la mejor vía a la sustentabilidad empresarial, no como un acrónimo o una carga empresarial.

La sustentabilidad no solo es ambiental, también es social, pues se busca lograr que las siguientes generaciones se desarrollen sin sufrir los estragos actuales de discriminación al impulsar políticas de equidad, diversidad e inclusión. Sin duda hemos avanzado demasiado como sociedad gracias al impulso de acciones ESG, aunque falta mucho camino por recorrer.

Lamentablemente, durante los últimos años, ya sea por dolo o falta de criterios, por la ausencia de transparencia, conflictos de interés o hasta desconocimiento de la sustentabilidad, muchos negocios han realizado Greenwashing al manifestarse sustentables, y la mayoría no cumple con los parámetros internacionales. Las intenciones de sustentabilidad, por más nobles que sean, pueden ser incorrectas y generar un riesgo a los negocios, si no realiza una calificación, evaluación y escrutinio minucioso en sus afirmaciones.

Además de la sostenibilidad, uno de los aspectos que más han influenciado y modificado los negocios en la actualidad, a partir de los grandes conflictos e impedimentos que se hicieron evidentes durante la pandemia del virus Covid-19, es la desventaja que supone la lejanía de los procesos de producción con los puntos de venta, así como la ausencia de proveedores o contratistas en las cadenas productivas.

Como resultado, se ha incrementado el fenómeno del nearshoring, pero si las acciones de desarrollo no son estratégicas y enfocadas en la sustentabilidad, no serán rentables ni perdurarán con el tiempo. Es fundamental garantizar a largo plazo el suministro de agua o la reducción de emisiones a la atmósfera.

Fuente: Expansion.mx