Como una bocanada de aire fresco cayó la noticia que emitió el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, que el Gobierno está preparando una Reforma Estructural Financiera. Diversos investigadores internacionales han coincidido de que en la medida en que si en una economía existe un sistema financiero más desarrollado y eficiente, en esa medida, se puede acceder a un mayor desarrollo y crecimiento económicos.
Considero que una de las principales razones de porque la economía mexicana no ha podido aspirar a un crecimiento promedio superior al 2.0 por ciento anual de las últimas décadas, es por no contar con un sistema financiero que funcione eficientemente. Canalizar el ahorro hacia la inversión productiva, en los sectores más viables y rentables, y hacia el consumo, en las mejores condiciones posibles, en términos de costos y de oportunidad, permite que la maquinaria económica funcione de una mejor forma.
Hoy padecemos de un sistema financiero que entorpece la actividad económica. Aún prevalece una estructura oligopólica, con una altísima concentración en los distintos segmentos del sector financiero y con costos elevadísimos. En segundo lugar, se tendría que decir que las magnitudes del sistema financiero en su conjunto no corresponden a las del tamaño de la economía ni de la población. El agregado monetario más amplio conocido como M4 y que representa todos los pasivos del sistema financiero, más billetes y monedas en circulación, alcanza 13 billones de pesos, para una economía que vale 24 billones, lo que equivale al 54 por ciento del PIB. En igual sentido de la deficiencia de las magnitudes, el crédito de la banca comercial al sector privado, familias y empresas, no llega ni al 20 por ciento del PIB. Si le sumamos el crédito que dan las Sofipos, Sofomes, Uniones de Crédito y arrendadoras, no llegamos ni al 25 por ciento del PIB. En este rubro deberíamos andar por arriba del 60 por ciento del PIB por lo menos.
Si nos asomamos a ver al mercado de valores, hoy tenemos solo 145 emisoras inscritas en el mercado accionario, con solo 35 casas de bolsa. Todo el sistema bursátil no tiene más de 250 mil contratos o clientes, para una población de 120 millones de habitantes. Suena ridículo. El valor de capitalización del mercado ronda el 30 por ciento del PIB. En el mercado de deuda también tenemos solo unas cuantas emisoras.
En tercer lugar, apuntaría que el sistema financiero mexicano se encuentra claramente sobrerregulado, y con altísimos costos de operación. Nosotros en Bursamétrica, como ejemplo, adquirimos una Casa de Bolsa que ya existía, en diciembre del 2015, pudimos obtener los permisos para poder iniciar operaciones hasta septiembre del 2018, y tuvimos que gastar más de 150 millones de pesos en el proceso. En Estados Unidos puedes abrir un Broker Dealer con medio millón de dólares y todo el proceso no tarda más de seis meses. Ahora tenemos que mantener en nómina cerca de 10 oficiales de cumplimiento de distintas cosas para poder cumplir con la regulación. Recibimos al año más de 200 mil oficios de los distintos entes regulatorios, que hay que contestar. Los bancos más grandes pueden llegar a recibir más de 700 mil oficios al año.
Una institución financiera bursátil tiene a varias autoridades que lo supervisan al mismo tiempo. Por un lado está el Banco de México, por otra parte la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Condusef, las Bolsas, la AMIB, etc. La Banca y las organizaciones auxiliares de crédito también padecen de esta múltiple supervisión y sobrerregulación. Toda esto representa en sí una fuerte barrera de entrada para más competidores y esto refuerza la estructura oligopólica del sistema. El resultado: comisiones altísimas, spreads entre las tasas activas y pasivas, enormes, costos de colocación de deuda o capital en el mercado mexicano elevados, en pocas palabras un sistema financiero ineficiente y subdesarrollado.
Del otro lado tenemos un Sistema de Afores que tiene ya una captación equivalente a más del 15 por ciento del PIB, pero que no está contribuyendo adecuadamente al desarrollo del país. Adicionalmente, la contribución que hoy se hace a las cuentas individuales del 6.5 por ciento del salario, del cual el 5.0 por ciento al Infonavit, es totalmente insuficiente para ofrecer una pensión digna al final de la vida laboral de las personas. Los retos y las oportunidades que tenemos enfrente son enormes.
Adalberto Palma, presidente de la CNBV, conoce a la perfección cómo funcionan los distintos mercados y sus intermediarios. Al presidir durante muchos años la Asociación de Bancos de México, empujó siempre por una regulación diferenciada. No se puede regular de la misma manera a los grandes grupos financieros que al resto de las instituciones. Dentro de su staff cuenta también con gente muy capaz, experta y comprometida. Esperemos que esta reforma se pueda considerar como una reforma estructural.
Fuente: El Financiero / Distrito Federal / Internet, Información, 04:50, 24/02/2020