Si bien el incremento al salario mínimo no se trasladará a la inflación desencadenando aumento de los precios, se debe cuidar el equilibrio para que con el aumento a los costos laborales no se reste competitividad a la industria.

En su análisis semanal, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) argumentó: «la política pública debe cuidar que los aumentos salariales sean congruentes con la productividad, como lo recomienda la teoría y la práctica económica general».

Alertó que «sí los salarios se elevan más allá, el resultado es mayor inflación y menor competitividad. Asimismo, debe reconocerse que los incrementos sustanciales de salario mínimo generan naturalmente más incentivos a la informalidad, que, por cierto, provoca retroceso en la productividad de la economía».

El CEESP reconoció que el aumento al salario mínimo para 2020, de 102.68 a 123.32 pesos diarios con excepción de la frontera norte donde se aplicó un alza de 5 por ciento y el salario mínimo se elevó de 176.72 a 185.56 pesos, «fue una noticia bien recibida por casi todos los sectores, en medio de una política de las autoridades que busca recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores».

El centro reconoce que el incremento del mínimo es una demanda justa, pero cita al Banco de México, que en su pasado informe trimestral (27 noviembre) reiteró que uno de los principales riesgos inflacionarios serán los «aumentos salariales por encima de las ganancias en productividad y que ello genere presiones de costos».

Fuente Reforma Negocios, Diciembre 23, 2019.