De la mano de su esposa y de sus tres hijos -Carlos Emiliano y Cecilia-, el impulsor con George Bush padre y Brian Mulroney del agónico acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá irrumpe en México para promover su libro Aliados y adversarios, TLCAN 1988-2017. En el Colegio de Ingenieros Civiles, Salinas se hace acompañar de Herminio Blanco, entonces jefe del equipo que, después de cuatro años, llevó a buen puerto la negociación.
Frente a la mesa donde se venden los ejemplares, un allegado a Blanco le da la bienvenida con un ejemplar de la Extra -17 de diciembre de 1992- que con grandes caracteres cabeceó «Firmado».
«No sabía si me iba a regañar o correr», dice Blanco del día en que su jefe, el ex Secretario de Comercio y Fomento Industrial Jaime Serra, le ordenó que se presentara ante Salinas.
«Lo primero que (Salinas) me dijo es: ‘me sorprende la cantidad de enemigos importantes que tienes. Y por eso te voy a nombrar jefe de la negociación’. Jajaaaa. No me dijo cuáles tenía», ríe Herminio.
Con su acostumbrada corbata verde, Salinas de Gortari toma la palabra y se adueña de la escena. «Ya no tengo pensión», bromea a la hora de recargar el libro en la base que sostiene el micrófono para que el ejemplar sea visible en las tomas de las cámaras.
En noviembre de 1988, investido como presidente electo, Salinas de Gortari le dijo «no» a Bush padre cuando éste le propuso, por primera vez, suscribir un acuerdo comercial con los Estados Unidos.
El ex Mandatario había seguido los pasos, cuenta, de José López Portillo, cuando el republicano Ronald Reagan le hizo una oferta similar.
«Ningún hijo nuestro verá jamás un Tratado de Libre Comercio», recuerda que advirtió López Portillo, «una respuesta que para entonces tenía fundamentos válidos».
La deuda que sangraba a México, fue el argumento que esgrimió entonces para rechazar la oferta de Bush padre, «el bueno». Pero México, prosigue Salinas, renegoció satisfactoriamente la deuda y, en consecuencia, estaba en condiciones de aspirar a negociar un tratado comercial con los Estados Unidos.
«Lo que se ve es que el Tratado de Libre Comercio construyó un comercio explosivo entre los dos países. Esas cadenas de producción que se crearon entre los dos países, permiten que el Tratado sea el medio para que Estados Unidos tenga la competitividad para enfrentar el nuevo reto de los países asiáticos. Nosotros somos su solución, no su problema», sostiene el ex Mandatario.
Si en México se ha defendido el Tratado de Libre Comercio, dice Salinas, es por sus resultados «y no por la oposición de Trump». Hoy se pagan mejores salarios en México y 1,500 millones de dólares diarios de productos salen de México. «Un millón de dólares por minuto».
Y si Salinas es «el innombrable» de Andrés Manuel López Obrador, el ex Mandatario trae a escena al tabasqueño con sutileza en el prólogo del libro: «Recuerdo y cito en el prólogo del libro dos declaraciones: una del dirigente del PRD, hace dos meses, que literalmente dice: ‘nos equivocamos al oponernos al Tratado de Libre Comercio en su inicio. Hoy es un momento de defenderlo’. Y la otra, hecha hace dos semanas, no voy a decir por quién, porque es el ‘innombrable’, quien declaró que ‘El Tratado de Libre Comercio debemos de defenderlo'».
No se hagan bolas, parece decir Carlos Salinas. Hasta «el innombrable» defiende el TLC.
Fuente: Reforma Sección Nacional 24/11/17