El tratado se convierte en una de las apuestas de López Obrador SONIA CORONA, México Con la firma el martes del tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC), el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se ha hecho con una poderosa herramienta para resucitar la economía mexicana, que este año se ha instalado en la recesión.

El nuevo tratado es un salvavidas que llega a México cuando los últimos datos muestran que el PIB cayó un 0,1% en el primer semestre del año y que la recesión es una realidad.

Sin embargo, el acuerdo, rescatado a última hora tras dos años y medio de negociaciones turbulentas, ha sido de un gusto agridulce para los empresarios mexicanos.

«Hay un claro retroceso en la negociación que se había tenido», ha dicho Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana.

El presidente mexicano ha reforzado la apuesta económica, también, con un plan de infraestructuras de 42.000 millones de dólares para los próximos cinco años.

El cierre del tratado de libre comercio da un respiro a la economía mexicana SONIA CORONA.

México El acuerdo firmado el pasado martes en México más que de comercio es un pacto de confianza.

Estados Unidos, México y Canadá sellaron definitivamente el tratado de libre comercio (TMEC) tras añadir una serie de condiciones ¿principalmente en materia laboral¿ al texto original, redactado en noviembre de 2018.

Los mexicanos cedieron a buena parte de las peticiones de EE UU, mientras Washington prometió ratificar el tratado antes del 20 de diciembre.

El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha hecho con una poderosa herramienta para resucitar la economía mexicana, que este año se ha instalado en la recesión.

Por su su parte, el estadounidense Donald Trump logra una victoria ante los demócratas al demostrar que tenía razón al pedir hace dos años y medio la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés).

Las últimas horas fueron agónicas para la diplomacia mexicana.

Con el tiempo en su contra, los negociadores han conseguido sortear la política interna de Estados Unidos: un proceso en curso de juicio político en contra de Trump; la resistencia de los legisladores demócratas a seguir con el plan; y la presión de los sindicatos.

La ratificación del TMEC en EE UU llegará justo antes del receso de Navidad en el Congreso y a unas semanas de que arranque la campaña presidencial.

Sin las nuevas condiciones, el acuerdo habría tenido que esperar, al menos, un año más para su aprobación: un escenario que México no se podía permitir.

El TMEC abunda sobre la expansión de una región libre de aranceles que comenzó en 1994 y además profundiza en la nueva realidad económica con nuevas reglas para el comercio electrónico, los servicios financieros y la propiedad intelectual.

«Hemos conseguido el mejor acuerdo comercial de la historia», presumió el representante de Comercio de EE UU, Robert Lighthizer, en la firma de la adenda.

Este salvavidas llega para México cuando los últimos datos muestran que el PIB cayó un 0,1% en el primer semestre del año y que la recesión es una realidad en el país norteamericano.

El presidente mexicano ha reforzado la apuesta comercial con un plan de infraestructuras de 42.000 millones de dólares para los próximos cinco años.

México emprendió en el último año una reforma laboral para asumir las exigencias de EE UU.

Además de cambiar la Ley del Trabajo para mejorar el sistema de justicia laboral y dar independencia a los sindicatos, López Obrador ofreció aumentar el salario mínimo un 2% por encima de la inflación y un presupuesto para implementar la reforma laboral de unos 900 millones de dólares en los próximos cuatro años.

Supervisores de EE UU Los negociadores anunciaron que ante la petición de EE UU de enviar supervisores para observar el cumplimiento de las condiciones en materia laboral ¿una medida considerada como «inaceptable» por los mexicanos¿, las partes han acordado un sistema de resolución de controversias con paneles conformados por expertos de los tres países.

México ha aceptado, además, cumplir con un 70% de contenido norteamericano en la producción de automóviles.

Washington, por su parte, dejó de insistir en la protección de 10 años para las patentes de biomedicamentos.

El triunfo de un acuerdo crucial rescatado a última hora ha sido de un gusto agridulce para los empresarios mexicanos.

Aunque una buena parte de ellos acudieron a Palacio Nacional para aplaudir la firma del cierre de la negociación, hubo una sensación de que la premura terminó por empujar al Gobierno mexicano a ceder más de la cuenta.

Los empresarios señalaron que en la horas decisivas no tuvieron acceso a las últimas condiciones.

«Este Gobierno ha sido un mal negociador, hay un claro retroceso en la negociación que se había tenido», dijo Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), algo que rechazó el Gobierno.

«Se les dio acceso a todo», defendió Jesús Seade, subsecretario para América del Norte.

Elogios de Washington a López Obrador «Cada quien puede decir lo que guste para su público político», dijo Jesús Seade, subsecretario para América del Norte, para cerrar uno de los episodios más convulsos en la historia de los tratatados comerciales que comenzó con un abrupto anuncio de Trump acusando a México de aprovecharse de la economía estadounidense.

Seguido de dos años y medio de negociaciones turbulentas, atravesadas por procesos electorales en los tres países.

El presidente mexicano miró con una sonrisa, al lado del yerno del mandatario estadounidense Jared Kushner, en el momento en el que los negociadores de los tres países ¿Lighthizer, Seade y la vice primera ministra canadiense Chrystia Freeland¿ rubricaron la última página del acuerdo.

López Obrador, además, se ha apuntado un tanto frente a Estados Unidos.

«Hemos seguido su carrera y la encuentro extraordinaria», le ha dicho Lighthizer, el negociador estadounidense.

«Eligió el camino difícil, nunca se involucró políticamente en esto y nos respetó», añadió.

La representante de Canadá, Chrystia Freeland, y el presidente Andrés Manuel López Obrador, anteayer con el documento del TMEC, junto al negociador de México, Jesús Seade, y el de EE UU, Robert Lighthizer.

 

Fuente: El País / América, Ocho Columnas ,Sonia Corona, P 1