Un pasillo lleno de productos con etiquetas en blanco, donde más que las marcas lo que destacarían serían las leyendas y/o semáforos de advertencia, es un escenario que la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) prevé que se dará si se aprueba una nueva iniciativa de etiquetados frontales.
Más que informar al consumidor, el etiquetado de advertencia generará miedo y matará a las marcas, advirtió Vicente Yáñez, presidente del organismo que aglutina a 104 cadenas, de las cuales 32 son de autoservicio, entre las que están Soriana, Costco, HEB, S-Mart, Merco, Ley y Waldo’s.
La propuesta, basada en un modelo chileno implementado hace tres años, contempla etiquetas en blanco con semáforos negros octagonales con advertencias como «Alto en azúcares», «Alto en grasa», «Alto en sodio» y «Alto en calorías».
Yáñez reconoció que, si bien, el etiquetado actual se puede mejorar, no es con «pegotes» de advertencia que se logrará combatir la obesidad, como busca la iniciativa.
Explicó que tener anaqueles llenos de productos con etiquetas de advertencia, confundiría al consumidor.
Lorena Serdán, directora general del Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico), que aglutina a 44 de las empresas de alimentos y bebidas no alcohólicas más grandes del País, dijo que no se oponen a mejorar el etiquetado, pero con información clara que permita al consumidor tomar decisiones.
Reveló que en una reciente reunión con legisladores evidenciaron, con algunos ejemplos, que el etiquetado frontal de advertencia no brinda la suficiente información.
Mostraron dos barritas energéticas de amaranto del mismo gramaje, pero una con chocolate y otra con pasas para ver por cuál opción se inclinarían si sólo leyeran en su empaque el etiquetado de advertencia que diría: ‘Alto en azúcares’, ‘Alto en calorías’ y ‘Evite su consumo excesivo’, y ninguno pudo diferenciar el contenido calórico.
«Con la información que tenemos ahora, con todo y que sea mejorable, que sea perfectible, sí se ve claramente la diferencia de calorías entre una barra y otra, que es de 134, la de pasas tiene 150, y la de chocolate, 284, es una diferencia cualitativa», expuso.
También les mostró el ejemplo de una lata de sardinas de 250 gramos y otra de 500 gramos, las dos tendrían el mismo trato de advertencia.
Serdán explicó además que hicieron un ejercicio y encontraron que el 86 por ciento de la canasta de las tiendas de Liconsa se vería afectada con la nueva propuesta del etiquetado, que abarcaría desde leche, yogurt, sardina, mole y barritas de amaranto.
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó el pasado 24 de julio modificaciones a la Ley General de Salud para establecer en alimentos etiquetados frontales de advertencia sobre alto en azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías contenidas en un producto, entre otros ingredientes.
Los mensajes de advertencia serían «Alto en azúcares», «Alto en sodio», «Alto en grasas» y «Alto en calorías», con el objetivo de combatir la obesidad.
Tania Ramos Beltrán, encargada del área de información de la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), coincidió en que la industria está a favor de mejorar el etiquetado actual.
Refirió que este sector que integra a embotelladoras de Coca-Cola, como Arca Continental y Coca-Cola Femsa; a GEPP, de PepsiCo; Grupo Peñafiel; Consorcio Aga, y Tehuacán, entre otros, modificó en la última década su portafolio, de tal forma que hoy el 50 por ciento de los productos son bajos en calorías y/o sin azúcares, y siguen trabajando en reformulaciones.
Para tratar la obesidad, apuntó, se requieren soluciones integrales.
Recordó que el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios que se aplicó a las bebidas con azúcar hace 5 años para desalentar su consumo, sólo lo logró su cometido el primer año.
Después, anotó, la industria retomó el crecimiento anual del 2 por ciento que había registrado en los últimos 15 años, y además fue en el 57.2 por ciento de la población de bajos recursos en donde recayó el alza. Actualmente, hay dos procesos en la iniciativa.
Por una parte, ya fue aprobada por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, que deberá pasarla al Pleno, y si prospera, irá a la Comisión de Salud del Senado.
Adicionalmente, hay un proceso en el Ejecutivo en donde se discute la propuesta.
Fuente: Reforma, Sección Negocios, Septiembre 17, 2019