El gobierno de la Cuarta Transformación está cabildeando con todas sus cartas en Washington para lograr que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se ratifique antes de que termine el año. Si esto no pasa, una cosa sí ocurrirá en automático: Hacienda tendrá que ajustar la proyección de crecimiento económico para el país en 2020, con las implicaciones políticas y sociales que ello traería para un gobierno que ha prometido crecer a una tasa de 4%.
El titular de Hacienda, Arturo Herrera, y su subsecretario, Gabriel Yorio, han advertido que la ratificación del acuerdo comercial con Estados Unidos es crucial para el crecimiento económico por el mensaje de certeza que enviaría a los inversionistas.
La apuesta de Hacienda es que, en un contexto macroeconómico mundial complicado, con recesión técnica en Alemania, una desaceleración en Estados Unidos y China, así como crisis sociales en América Latina, México tiene una oportunidad de volverse más atractivo a la inversión extranjera con un acuerdo que dé certidumbre. Este escenario fue dibujado y explicado al presidente Andrés Manuel López Obrador por Herrera hace unas semanas, lo que llevó al titular del Ejecutivo a tomar la decisión de enviar una carta a los demócratas, liderados por Nancy Pelosi, en la que se comprometió a invertir 900 millones de dólares adicionales en la implementación de la reforma laboral en México.
La carta fue entregada por Jesús Seade, subsecretario de Relaciones Exteriores, al congresista estadounidense Richard Neal, a quien aseguró que México haría todo lo necesario para aumentar los salarios y mejorar las condiciones de los trabajadores nacionales con el fin de satisfacer sus solicitudes. La reciente visita a Washington para participar en las reuniones anuales de otoño del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dio mayor claridad a Herrera sobre las oportunidades que tiene México frente a la previsible crisis económica global –si Estados Unidos entra en una recesión hacia finales de 2020–. Pero el nombre del juego es T-MEC, aunque les sulfure a los empresarios del cuarto de junto, liderados por Moisés Kalach. El argumento de los empresarios que acompañaron las negociaciones del T-MEC el año pasado, y que ahora acompañan los cabildeos para su ratificación en Estados Unidos, es que si no pasa la aduana de los demócratas este año, seguirá vigente el TLCAN, lo cual, en teoría, seguiría dando certeza a la inversión.
Pero no es precisamente así como el gobierno de la 4T ve las cosas. A los pupilos del presidente López Obrador, particularmente al canciller Marcelo Ebrard y al secretario de Hacienda, les preocupa que Donald Trump –quien este año se juega su destitución y, si la libra, su reelección en 2020–, vuelva a politizar el tema amenazando con denunciar el TLCAN. Este último escenario sería desastroso para México, que de por sí no está generando la suficiente confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros con los discursos políticos y los cambios en las reglas de juego de muchos sectores.
Así que más que la política monetaria que vaya a seguir el Banco de México, lo que pase con Pemex y con las expectativas de aumentar la plataforma petrolera, o con la ejecución del presupuesto el próximo año, lo que más le importa al capitán de las finanzas de este país (Arturo Herrera) y al propio Presidente, es el T-MEC. Y la pregunta que surge a partir de esta imperiosa necesidad de que se ratifique el acuerdo en el Congreso de Estados Unidos es: ¿qué otras cosas está dispuesto a ceder el gobierno mexicano para lograr que lo pasen los demócratas?
El actual diputado federal del PRI, Enrique Ochoa, se puso en contacto con esta columna para asegurar que en la anécdota que publicamos el lunes, sobre la reunión de funcionarios del gabinete de Enrique Peña Nieto para afinar sus estrategias jurídicas y en la que salió a relucir el ex secretario Gerardo Ruiz Esparza, él no estuvo presente. “Niego categóricamente haber encabezado o atendido reunión alguna con funcionarios del gobierno anterior para establecer estrategias jurídicas de defensa”. La anécdota fue relatada a este periodista por dos fuentes presenciales.
La temporada de reportes trimestrales de empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores ya inició y una compañía que registró buenos resultados fue Traxión, presidida por Aby Litszain, la cual incrementó 40% su flujo operativo, al cerrar septiembre con 696 millones de pesos. Dicho indicador es reflejo de una expansión de 169 puntos base en comparación con el mismo periodo del año anterior. En tanto, su utilidad neta e ingresos consolidados registraron alzas de 15% y 30%, respectivamente; en el primer caso se llegó a 139 millones de pesos y en el segundo sumó 3 mil 134 millones de pesos.
A pesar de los nubarrones en el sector inmobiliario, la empresa que cerrará el año con broche de oro es la de Marcos Salame, presidente del Consejo de Administración de Grupo BosqueReal. La firma llevará a cabo su BosqueReal Estate Fest 2019 este próximo 9 y 10 de noviembre, en los que prevé que los ocho desarrollos de departamentos y cuatro desarrollos de terrenos disponibles encuentren comprador. Según la firma Realty World, en los primeros cuatro meses del año, la venta de casas del nicho residencial plus creció 19.4%.
(Fuente: El Universal / Distrito Federal / Internet, Información, 01:52, 29/10/2019)